martes, 21 de diciembre de 2010

¿QUIÉN TIENE MIEDO A DRÁCULA? Mª José Alcaraz León.

Se nos plantea un problema primordialmente: ¿cómo es posible que tengamos sentimientos buenos o malos frente a personajes y eventos de ficción?

Esto sucede porque tenemos un enfrentamiento entre las emociones y lo que creemos. Pero, ¿qué es una emoción? Una emoción, es un estado mental compuesto por:

-Una actitud hacia algo

-Motivada por una creencia

-Acompañada por cierto sentimiento (temblor, cosquilleo…)

Ante la pregunta inicial, pueden aparecer otras preguntas antes de contestar a ésta: ¿porqué hay paradoja en el caso de la ficción? ¿Cómo es que drácula es peligroso si no existe? Toda esta paradoja puede explicarse desde distintos puntos de vista:

  1. Somos irracionales
  2. No tenemos emociones reales
  3. Soy racional y siento emociones reales.

La explicación de si somos irracionales la dio Colin Radford en 1975 diciendo que tenemos emociones reales pero esas emociones son irracionales puesto que sabemos que Drácula no existe y no puede hacernos daño. Tal vez, mientras contemplamos la ficción, suspendemos la creencia de que es ficción.

En realidad, esto no es lo que sucede ya que no somos irracionales.

La segunda opción, no sentimos emociones reales, nos la presentó K. Walton en 1993 no explicaba esto con la siguiente aclaración: “no es creer, es imaginar”. Es decir, mis respuestas emocionales son hacia un contenido que imagino, pero, ¿qué es lo que imagino?

Imagino lo que la obra representa. Imagino que hay un vampiro. Imagino que avanza hacía mí, Imagino que estoy en peligro. De aquí viene la siguiente pregunta: ¿qué siento cuando imagino que estoy en peligro? Pues lo que siento es algo parecido al miedo pero no es real. Esto recibe el nombre de cuasi-miedo. El problema surge en la distinción del cuasi-miedo y el miedo. D. Matravers pensaba que el caso de emoción real sin comportamiento asociado es una conexión entre nuestra experiencia y la respuesta emocional.

La última opción, es la más aceptada y se apoya en las siguientes condiciones:

-No es necesario que tenga la creencia de que Drácula exista para que mi miedo esté justificado o sea racional

-A veces sentimos emociones hacia cosas que simplemente imaginamos o pensamos (caída, cortarme un dedo…)

-El mero pensamiento de que algo puede pasar es suficiente para que ese miedo salga y actúa. Esto fue apoyado por Carroll.

Para concluir podemos decir que hemos de cambiar nuestra teoría de las emociones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario